La tasa de deforestación en México en 2021 fue de 256 mil hectáreas anuales en promedio, lo que representa más del doble de las 125 mil hectáreas que el gobierno de nuestro país reportó a la FAO para la más reciente Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales 2020. 

 Contrario a lo que indican las cifras oficiales de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la pérdida de bosques y selvas mexicanas aumentó en las últimas dos décadas, al pasar de 183 mil hectáreas en promedio en el año 2000 a 256 mil hectáreas en 2021. 

En orden de aparición, los estados que encabezan la lista con mayor deforestación anual promedio y que acumulan 54% del total de la pérdida de bosques y selvas son: Campeche (32,015 hectáreas), Quintana Roo (22 mil 458 hectáreas), Chiapas (22 mil 327 hectáreas), Yucatán (19 mil 863 hectáreas), Veracruz (17 mil 952 hectáreas) y Oaxaca (15 mil 109 hectáreas). 

 De esta forma, se ve cada vez más lejos que México pueda cumplir con los compromisos asumidos a nivel nacional e internacional de alcanzar la tasa cero neta de deforestación para 2030, con el fin de enfrentar la emergencia climática, y más cuando las instituciones del sector ambiental encargadas de la conservación de los ecosistemas forestales son las que sufren más recortes presupuestales. 

 Los bosques y selvas cumplen un rol fundamental en la regulación de la temperatura y el ciclo del agua, tan escasa hoy en día, al permitir que el recurso se infiltre al subsuelo y recargue los mantos acuíferos. 

PRIMERO EN SU TIPO 

 Desde Estados Unidos, el científico mexicano Carlos Cruz Gaistardo, originario de Oaxaca, adelantó a Excélsior el fruto de seis años de trabajo cartográfico, que le permitió obtener el primer mapa de deforestación del territorio nacional a una escala de 10 mil por fotointerpretación, es decir, en cada centímetro de imagen caben 100 metros de terreno. 

 Esta escala que tiene apoyo de información de campo y procesos automatizados permite un alto grado de precisión de entre 97 y 98%, ya que en las imágenes satelitales se ven hasta las copas de los árboles. 

 “Una escala 10 mil, es aproximadamente mil 600 veces más detalle de los mapas tradicionales que hace el Inegi. 

 Esto es muy importante, porque la deforestación en México es un fenómeno parcelario, que en promedio tiene entre dos y tres hectáreas; es casi imposible que en una escala de 250 mil se pueda generar una apreciación adecuada a la deforestación en más de 85% de los polígonos”, indicó. 

El ingeniero en Sistemas de Producción Agrícola, que laboró durante 25 años en el Inegi, reveló que este mapa completo de deforestación que corrige y actualiza los datos fuente del Global Forest Change 2000-2021, será editado y presentado por el Instituto de Geografía de la UNAM. 

Señaló que el trabajo se realizó en seguimiento a un esfuerzo de 2015 que tenía una precisión de entre 80 y 85%, apoyado por el gobierno de Noruega, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. 

Cruz Gaistardo destacó la importancia de contar con información precisa, completa y fidedigna de la deforestación en el país, para impulsar políticas públicas que permitan enfrentar la grave problemática. 

“Este mapa puede darle a la gente la dimensión de lo que se ha deforestado en las últimas dos décadas y tiene el objetivo de que reflexionemos sobre la necesidad de mejorar las políticas públicas y la educación ambiental para que no se pierdan más bosques”, manifestó. 

El consultor independiente indicó que los mapas actuales sobre los tipos de vegetación con los que cuenta el Inegi, tienen apenas entre 15 y 20% de precisión, mientras que en la Conafor no existen datos ni información puntual sobre dónde ocurre la deforestación.  

CAMBIOS CRÍTICOS 

Agregó que, a través de un proyecto que trabaja en paralelo, bautizado como Critical Forest Change, evalúa las áreas estratégicas de México, “donde están sucediendo cambios impresionantes”. 

 Resaltó que la deforestación puede ser parcelaria u “hormiga” de personas que talan sus bosques, pero también hay una deforestación industrial, de grandes extensiones de manera rápida, que puede ser “legal” por ejemplo, de empresas mineras o ilegal realizada por bandas del crimen organizado. 

 “Hemos tenido casos que en un mes se han deforestado más de 230 mil árboles, y tenemos evidencias”, subrayó. 

 El ingeniero Cruz Gaistardo puntualizó que algunos casos emblemáticos de deforestación a gran escala se registran en la Selva Lacandona y los Altos de Chiapas, por invasiones de predios; el área natural protegida de Sian Ka’an, Quintana Roo, con la urbanización y el avance del sector turismo; la Península de Yucatán, con la construcción del Tren Maya. 

 La subregión de La Chontalpa, en Tabasco con el Programa Sembrando Vida; Los Chimalapas, entre Oaxaca y Chiapas, con el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec en desarrollo y la zona aguacatera de Michoacán. 

Asimismo, resaltó lo que ocurre con la tala ilegal en la zona de la huasteca de Hidalgo y de San Luis Potosí, así como las sierras de Michoacán y el sur de Jalisco y Nayarit. 

Una emergancia:

Debido a que los bosques y selvas cumplen un rol en la temperatura y el ciclo del agua, la pérdida por deforestación o tala ilegal trae consecuencias porque: 

  • Pone en riesgo el patrimonio natural del país 
  • Acelera la pérdida de los suelos, la fauna, la flora y la biodiversidad 
  • Conduce a la desertificación 
  • Provoca escasez de agua