El ultramaratonista Germán Silva confirmó que correrá de Tulum a Cancún, lo que será como un sueño, un viaje en el tiempo.

Desde el 20 de noviembre del año pasado, Germán Silva, de 53 años de edad, quiere completar seis mil kilómetros en un recorrido a todo lo largo y ancho del país y que espera terminar en Cancún a mediados de marzo del presente año.

El anuncio de que el llamado Proyecto Pinole, en honor a la bebida que les daba su mamá de pequeños, saldrá en su último tramo de Cancún, dio un nuevo impulso al importante destino turístico.

Y no es para menos, el ultramaratonista es el único mexicano que ha ganado dos veces el maratón de Nueva York, en 199

4 y 1995, finalista olímpico en esa prueba y los 10 mil metros con dos sextos lugares en Barcelona 92 y Atlanta 96, por lo que el Proyecto Pinole, corriendo por las venas de México, donde sortea caminos intransitables, temperaturas altas y bajas, más de 15 mil metros de ascenso y descenso, en un promedio de 40 a 50 kilómetros diarios, que inician entre las 5 y 6 de la mañana.

Al periódico la Jornada le declaró que “es como un viaje al tiempo de lo que me platicaban mis padres en Tecomate (Veracruz). Es un desafío muy cañón, pero al mismo tiempo me dará la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza”, comenta Silva, quien realizó con su grupo de trabajo parte de la medición de la ruta diseñada en cinco etapas.

Es un amante de México y del turismo, por eso decidió que correría desde  Tulum porque sabe de toda la presencia que tiene este lugar paradisiaco.

“Lo mío ha sido correr y viajar. Este proyecto lo tenía pensado hace cinco años y por diferentes circunstancias se aplazó. Cuando viví en Holanda me chocaba que los temas de México era narcotráfico y había mucha inseguridad. Ahora quiero mostrarle al mundo que nuestro país tiene lugares bonitos, gente hospitalaria, trabajadora, y una gastronomía rica.

“Estuve en varios estados y pueblos con una ruta de mucha historia de la Revolución en haciendas, caminos de terracería, cascos abandonados, gente a caballo y cargando mercancía con su ropa típica, los mercados, recordé lo que me platicaba mi padre Agapito, quien fue arriero”, narra emocionado Silva.

El mote de Pinole desde su época de atleta se debió porque “era el atole que nos daba mi mamá en las mañanas para darnos energía” y aguantar las largas caminatas a la escuela y las jornadas en el rancho; la bebida prehispánica “es el alimento de mis amigos rarámuris, expertos en ultradistancias”.

Para el ansiado proyecto, el cual requiere de inversionistas, Germán se dice afortunado de las personas que se han acercado para darle su apoyo, ya que “la idea es que esto desencadene un documental con el lema que mi hija Zyanya escribió: Conectemos a cada paso con el alma y el corazón”, y ya tiene ofertas.

Atravesar el país por terrenos desconocidos y en algunos casos solitarios en la sierra o montañas, subir y bajar el Pico de Orizaba, no le da temor. “Es la oportunidad que tengo de vida; quiero dedicarlo a mi padre y a mi hermano Vicente, quien falleció corriendo en 2016”, asevera.

Ganador del premio Príncipe de Asturias y Abebe Bikila, Silva conserva el entusiasmo y optimismo a pesar de lo que se vive en el mundo por la pandemia del coronavirus; “hay que prevenir (las enfermedades), no dejar de hacer actividades físicas, correr y cuidarse”, aconseja.

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